Ellos comían únicamente un trocito de una hoja o una hoja entera, dependiendo de la especie, y esto es todo cuanto se requería para obtener los resultados deseados.
La gente se acercaba a las plantas con gran reverencia, pidiendo permiso a los Devas de las plantas para compartir los atributos que cada planta poseía.
Estas plantas crecían en abundancia en numerosos lugares, y casi cada hogar tenía en su jardín un sitio sagrado reservado para el crecimiento de una pequeña cantidad de unas cuantas especies de estas plantas. Se consideraba que eran alimento para el alma y exactamente igual de importantes como el alimento para el cuerpo.
Fuente : Adama
canalizado por
Aurelia Louise Jones