Tarde o temprano, todos los seres humanos enfermamos y el dolor reduce notablemente nuestra capacidad para el trabajo y el placer.
A veces el dolor puede ser intenso hasta el punto de arrebatarnos la vida.
Sin embargo, pocas son las personas conscientes de que a menudo la enfermedad aparece cuando malgastamos nuestra energía, permitimos que nos la roben o simplemente, no logramos equilibrar los miedos, las fobias y la falta de autoestima.
Comprenderlo nos abre el camino de la sanación, un milagro posible si interpretamos las dolencias del cuerpo como lo que en realidad son: expresiones de un malestar espiritual que tiene curación.
Fuente:Anatomía del espíritu
Caroline Myss
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