Como en 2006 y 2010, un día antes de que Evo Morales asumiera oficialmente su tercer mandato consecutivo como Presidente de Bolivia, se realizó la ceremonia de investidura como líder de los pueblos indígenas.
La ceremonia que se realiza para entrar en contacto con las fuentes de energía del lugar, comenzó con un ritual de limpieza dirigidos por "amautas" (sabios aymaras) en la persona de Evo, para luego ser ser vestido con un "ch'uku" (gorro ceremonial de cuatro puntas) que lleva una figura del sol repujada en oro y una túnica o "unku" tejida en fibra de vicuña con una pechera también repujada en ese metal precioso. El mandatario llevó además un báculo y calzó abarcas.
Continuó con la visita del gobernante al Museo Lítico de Tiahuanaco, donde está el antiguo monolito Bennet, de 7,8 metros de alto y 20 toneladas de peso. Luego se trasladó caminando a lo que queda de la pirámide de Akapana, y después al templo de Kalasasaya, donde está la Puerta del Sol, para recibir los mandos indígenas en la escalinata del lugar. Fue en este lugar, donde dirigió el discurso que pueden ver y escuchar más abajo, y motivo de este post.
Una "guardia indígena" conformada por 300 mujeres y 300 varones aymaras tomaron sus puestos desde la madrugada alrededor del centro ceremonial y custodiaron el evento, con la misión de "cuidar" al presidente.
Fue el miércoles 21 de enero de 2015, en las ruinas prehispánicas de Tiahuanaco.
Tiahuanaco, elegido por su gran significación espiritual para el mundo andino, está situada a 71 kilómetros de La Paz. Fue la capital del antiguo imperio prehispánico del mismo nombre, cuya cultura se desarrolló entre los años 1580 antes de Cristo y el 1172 de nuestra era. Es Patrimonio de la Humanidad desde 2.000.