Quejarse es una actitud que
bloquea el desarrollo
espiritual y psicológico.
Lamentarse impide la comunicación genuina y arranca por la fuerza lo que luego ya no puede otorgarse con libertad. Sorprenderse a una misma quejándose es un momento de "¡aja!", esta percepción puede significar el comienzo de la sabiduría para una quejosa con la capacidad de observarse a sí misma y el deseo de cambiar.
Fuente:
"Las Brujas no se quejan"
Jean Shinoda Bolen